Todo el mundo comprende que nuestro país se está acercando a cierta línea política nodal. ¿Cuál es el proceso del desarrollo político? Primero surge la base objetiva para el cambio, después la reacción espontánea dispersa ante este cambio nuevo y emergente. Posteriormente, surge la discusión, el debate y la consolidación de ideas sobre ese cambio y, de todo eso, resulta un esfuerzo organizado para adaptarse a la nueva realidad.
La economía se desarrolla sobre una base más o menos espontánea. La política tiene que ser consciente y tiene que abrirle paso al desarrollo espontáneo de la economía.
Actualmente, el rumbo hacia el “bipartidismo” es la expresión política de algo nuevo que está surgiendo en la economía. La clase gobernante necesita un movimiento político para abrirse paso y avanzar. Esta clase está cimentando las bases para un nuevo movimiento político que se base en los intereses del poder corporativo que se está fusionado por completo con el Estado.
La confusión que vemos en el Congreso y en la política en general es una expresión de los cambios que están surgiendo en la economía, al igual que la necesidad para que las relaciones políticas en este país se ajusten a la nueva situación.
Abriendo la puerta hacia la etapa siguiente
Hay mucha actuación torpe y a tientas en cuanto a la forma de abordar esto. Pero en medio de toda la confusión y la oposición entre demócratas y republicanos, al igual que la oposición combinada de la derecha de ambos partidos, hay algunos que están intentando seriamente abrir el paso para la nueva economía.
El Presidente Obama se ha situado en un primer plano en cuanto al llamado al bipartidismo. Él está intentando establecer comisiones bipartidistas para todo, desde la regulación fiscal de la atención de la salud hasta los puestos de empleo. Más recientemente, el Congreso rechazó por votación su propuesta de establecer una comisión bipartidista sobre la reducción del déficit, pero aún así, el Presidente decidió continuar con este plan a través de un decreto ejecutivo.
¿Qué significan todos estos llamados al bipartidismo? El pueblo estadounidense no votó por los republicanos y los demócratas. La mayoría votó por un programa del Partido Demócrata. Actualmente, la insistencia de gobernar a través del bipartidismo es una expresión del esfuerzo y los impulsos espontáneos por el realineamiento de las relaciones políticas en este país, a fin de abrir puertas para el desarrollo de la economía.
Esto se está expresando políticamente como la fusión espontánea del centro del Partido Demócrata y el centro del Partido Republicano. En este proceso las alas izquierda y derecha de estos partidos se están alejando de ellos.
Al exigir de forma constante la fusión del centro del Partido Republicano y del Demócrata, el Presidente Obama está encabezando este proceso de realineamiento político.
Bajo las condiciones actuales, el término bipartidista significa una nueva idea. Las nuevas ideas son una dispersión de lo viejo, pero también forman parte de lo nuevo. Una nueva idea o un nuevo aparato no brotan a partir de nada. Es parte de lo viejo y parte de lo nuevo y se desarrolla paso a paso, librándose de lo viejo. No es algo nuevo que ocurre repentinamente. Comprendemos que el desarrollo cualitativo depende de la introducción de algo nuevo, que algo nuevo siempre está arraigado en lo viejo. Es un desarrollo cuantitativo de lo nuevo dentro de lo viejo lo que crea la crisis que permite una sublimación que va formando lo que denominamos “lo nuevo”.
Todo lo nuevo comienza con la destrucción de formas viejas. Los partidos Republicano y Demócrata no están pereciendo. Lo que estamos presenciando es la verdadera formación de algo nuevo en el Congreso. Cuando las personas escuchan la palabra bipartidismo, por lo general piensan en alianzas temporales en torno a temas específicos. Eso es lo que esta palabra ha significado en el pasado. Las comisiones bipartidistas que ahora se están intentando crear son una alianza relativamente permanente entre un sector del Partido Republicano y un sector del Partido Demócrata.
Estos cambios se efectúan para facilitar la exhaustiva dominación abierta de los intereses corporativos en la estructura política de los Estados Unidos. Por supuesto, ha habido motivos enrumbados en esta dirección anteriormente, pero nunca han sido tan abiertos.
Una de las cosas más importantes que ha sucedido durante la administración de Obama es la decisión de la Corte Suprema sobre el Registro de Acción Judicial No. 08-205 relativo al caso de Ciudadanos Unidos contra la Comisión Federal Electoral, la cual permite que las empresas y las corporaciones funcionen a nivel de un ciudadano individual en sus contribuciones para la composición del Congreso y la Presidencia. También, el juez que preside la Corte Suprema, John G. Roberts, es muy conservador, si no es que es fascista, y comenzó a ocupar este puesto en el máximo tribunal del país durante la administración de Bush. Esta es una situación que no sucede así por así. La situación evolucionó de forma tal que Bush podía designar a alguien que, bajo las condiciones evolutivas de ese entonces, pudiera abrir el paso para la emisión de un fallo que ofreciera a la clase gobernante un medio para continuar promoviendo la fusión de las corporaciones con la estructura del Estado, según los intereses de la clase capitalista.
Todas las ramas del gobierno están involucradas en esta situación. Lo podemos observar en el Congreso, en la Corte Suprema y en la forma en que la propia Presidencia se ha obligado a sí misma a comprometerse de esta forma. Pero estos compromisos son esenciales para la clase gobernante, si van a abrir el paso a la próxima etapa del proceso.
La resistencia política es inevitable
Siempre que hay un movimiento hacia adelante, surge la resistencia. Podemos observarlo a lo largo de la historia de los Estados Unidos. Cada vez que se ha logrado un paso hacia adelante en la consolidación del control corporativo del país, ha surgido, o al menos se ha intentado el surgimiento, de un tercer partido para contrarrestar el movimiento hacia el control corporativo. Esto sucedió después de la Guerra Civil cual terminó en 1865, al igual que durante los años 20, también en los años 30 [del siglo 20] y nuevamente después de la Segunda Guerra Mundial con Henry Wallace y el Partido Progresista del Pueblo.
Los partidos no acontecen simplemente porque alguien los desea. Éstos surgen como expresión de los cambios en la economía y la sociedad y la formación de un nuevo cimiento. Primero surge la necesidad de que algo ocurra. Después, se hacen esfuerzos para que esto suceda. Pero el hecho en sí no puede acontecer a menos que exista un movimiento político que lo haga posible.
Actualmente, la resistencia está proviniendo de la “derecha” y de la “izquierda”. A medida que los centros de los dos partidos principales se fusionan cada vez más, habrá una facción de izquierda que se escinda de la fusión y que tome la forma de un movimiento hacia la formación de un tercer partido. No será un partido de obreros; es decir, un partido que refleje los intereses de la clase de los trabajadores. Será un partido que intente restaurar las cosas tal como estaban anteriormente, a fin de regresar a los “buenos tiempos”. Esta iniciativa no se referirá a ningún cambio en las relaciones productivas del país.
Pero el tercer partido es una etapa absolutamente indispensable dentro del proceso revolucionario. Este partido servirá para desarrollar aún más la conciencia de los intereses separados de las masas del pueblo estadounidense contra los intereses corporativos. Es un paso inevitable y necesario hacia un partido de los trabajadores y la forma embrionaria de la conciencia de la clase política que representa.
Pero antes que todo, la masa del pueblo estadounidense debe desilusionarse de la política burguesa. Actualmente, la idea de que los partidos políticos representan a todas las clases, de que existe un interés nacional que todas las clases comparten de forma conjunta, se mantiene ampliamente entre el pueblo estadounidense. Un partido de los trabajadores emergerá únicamente cuando el interés nacional se exprese como los intereses de clase, cuando el bienestar de los Estados Unidos se exprese absolutamente en el bienestar de su pueblo obrero.
Estamos llegando a una nueva etapa de la historia de los Estados Unidos. Nunca antes hemos presenciado un movimiento tan abierto y al descubierto a favor del poder corporativo, como sí está sucediendo actualmente. El proceso debe recorrer todas sus etapas, pero ya han empezado a establecerse los cimientos de un partido de los trabajadores. Los revolucionarios deben ayudar a abrir el paso.
Marzo.2010.Vol20.Ed2
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