Los tiempos actuales, los cuales experimentan cambios de forma muy rápida, exigen que nosotros, los miembros de la Liga de Revolucionarios por una Nueva América dominemos la práctica de resumir nuestros debates, a fin de utilizarlos como la base para que nuestro análisis pase a la siguiente etapa de desarrollo. Con el fin de asegurarnos de que estamos hablando de lo mismo, debemos aclarar y especificar algunos de los términos que estaremos empleando. En primer lugar, ¿qué es una línea general? Ésta no se trata de un programa. Un programa es una manifestación de la forma en que usted hace algo, mientras que una línea general es una manifestación de lo que usted hace. La propuesta de una línea general se dirige hacia el movimiento, en vez de algo que se impone en las organizaciones individuales. Si las organizaciones revolucionarias acuerdan esa línea general, entonces la materializarán según sus propios medios.

En Europa, al principio del movimiento comunista, la lucha era claramente entre el obrero y el capitalista. Con el desarrollo del imperialismo, el aspecto principal de la lucha fué el frente entre los países explotadores y los explotados. Durante las décadas de los 20 y los 30, el frente pasó a ser la lucha por la democracia y contra las dictaduras fascistas. Aunque todo esto fué un choque de clases, la forma que revistió cambió constantemente, lo cual exigió nuevas manifestaciones de la línea general.

Actualmente, estamos experimentando un cambio en la forma de la lucha. La profundización de la fase destructiva de la revolución social está trasladando la lucha más allá del antiimperialismo y hacia una nueva área. Las nuevas condiciones requieren de una nueva línea general para el movimiento. Con el fin de contribuir a definir esta línea, primero debemos adquirir un sólido entendimiento de la situación.

Sin repetir innecesariamente lo que hemos acordado, debemos resumir nuestro entendimiento. Hemos ingresado al principio de la etapa destructiva de una vasta revolución social ocasionada por la transferencia de la producción social, la cual ha pasado de la electromecánica a la electrónica. La característica más sobresaliente de esta etapa es la sobreproducción irresoluble. La producción automatizada en el contexto del sistema de valor de la mano de obra asalariada polariza a la sociedad con una insólita riqueza en un extremo y una pobreza inaudita en el otro. El antagonismo es irresoluble dentro del sistema y la lucha pasa del nivel económico al ámbito político y revolucionario. Esta es la realidad que debe guiar cualquiera de los debates sobre la línea general.

Aún cuando hasta las organizaciones socialdemócratas condenen tal análisis, las mismas se sienten forzadas a dirigirse hacia cierta forma de unidad para poder influir en el movimiento de masas que está creciendo con suma rapidez. El primer paso es proponer una línea general, ya que ellos niegan la necesidad de contar con ésta. Se están intercambiando ideas con el objetivo de unir a la "izquierda" en torno a la línea general de “luchar contra la derecha”.

Si bien este es un eslogan muy llamativo, el mundo real exige que las consignas sean un resumen de la realidad y antes que podamos aceptar o rechazar este eslogan, debemos determinar si refleja la realidad imperante.

Una revolución, no una "lucha contra la derecha"

Primero debemos definir lo que es la “derecha”. Existe la derecha porque existe la izquierda y viceversa. El movimiento de la clase obrera o el movimiento sindical no es la izquierda. Ambos movimientos incluyen tanto a la derecha como a la izquierda. La clase obrera y los capitalistas son mutuamente interdependientes, pero también son mutuamente excluyentes. Por lo tanto, cuando hablamos de la derecha y de la izquierda, nos estamos refiriendo a una o a las otras entidades.

En segundo lugar, ¿es la derecha o la izquierda una postura ideológica o política? En cualquier diccionario, en cualquier libro se afirma que la política expresa la economía –prepara el rumbo de la economía o una parte de ésta para su desarrollo. Por lo tanto, el Partido Demócrata fue la expresión política de la burguesía agraria y la ascendente clase industrial tenía que crear un nuevo partido para representar sus intereses: el Partido Republicano. O en tiempos posteriores, la Coalición Roosevelt, que dominó el Partido, fue la expresión política del capital financiero internacional y se opuso a los Republicanos, los cuales eran la expresión del capital financiero nacional. El punto aquí es que la derecha y la izquierda política fueron la expresión de segmentos definidos de la clase capitalista.

Es interesante observar que una vez Roosevelt le dijo a uno de sus colaboradores principales que Mussolini tenía un gobierno fascista de derecha en el que las corporaciones dominaba al gobierno, y añadió: "Necesitamos un gobierno fascista de izquierda en el que el gobierno domine a las corporaciones". Esto es lo que significa la “lucha contra la derecha” actualmente, porque nadie está sugiriendo que el gobierno pueda siquiera dejar de participar en las corporaciones. Tanto la derecha como la izquierda es fascista.

La pregunta es, entonces, ¿existen dos centros económicos de gravitación en el capitalismo de hoy? Si la idea de la derecha y de la izquierda dentro del sistema no tiene lógica, entonces la lucha es entre dos clases hostiles más que entre dos grupos dentro de la clase gobernante.

No confundimos a las agrupaciones ideológicas de “derecha” con los grupos políticos fascistas estables que se basan en la economía. Juntos conforman el movimiento fascista. Al abordar al movimiento comunista, el gobierno distinguió con sumo cuidado entre los “locos” ideológicos y el núcleo comunista, el cual estaba ligado al movimiento social y económico. Nosotros debemos hacer lo mismo. No vamos a enfrascarnos en los argumentos del período anterior en los que el manifestante está luchando contra el perro, mientras el revolucionario le aconseja que luche contra el policía que controla al perro. Como revolucionarios serios, debemos concentrar nuestros esfuerzos en el centro de gravitación fascista, mientras participamos en la “batalla por las calles”.

Habrá quienes señalen que las luchas políticas, como la que se libra por la atención médica, son ejemplos de una contradicción fundamental dentro de la clase gobernante. Si bien existen diferencias tácticas dentro de esta clase, no existe ninguna diferencia estratégica. Lo que estamos presenciando en la lucha en torno a los servicios de salud es la polarización continua de la sociedad estadounidense. Esta polarización es el preludio necesario para la lucha de clases.

Cualquier análisis de la economía mostrará que la consigna de “lucha contra la derecha” es una negación peligrosa de la realidad de que ya no existe ninguna lucha significativa entre las polaridades dentro de las clases, sino una creciente lucha entre las clases económicas. Esa lucha no es contra la derecha. Eso supone el apoyo a un segmento de la clase capitalista contra otro. Estamos presenciando las etapas iniciales de la revolución.

La unidad en un nuevo cimiento

Si bien siempre debemos intentar aprender de otros países, también debemos tener presente continuamente que las formas y los aspectos específicos del movimiento revolucionario en los Estados Unidos irán de acuerdo a la historia de este país. De forma instintiva, los revolucionarios rechazan cualquier referencia del excepcionalismo estadounidense como un ataque lanzado a la ciencia. La realidad es que las clases estaban claramente definidas en Europa, pero esto no es algo cierto en los Estados Unidos. La movilidad entre las clases, lo cual forma parte de la vida en este país, es algo casi desconocido en Europa. Por ejemplo, el multimillonario que creó el esquema de hipotecas de alto riesgo era el hijo de un carnicero, mientras que el que desarrolló la idea de combinar los denominados activos tóxicos con inversiones preferenciales trabajó en algún momento en un restaurante de comidas rápidas. Ello significa que estamos atravesando por un período de lucha de masas antes de que las características de la clase estén claras. Cualquier debate en torno a la línea general tiene que tomar en consideración esta realidad.

La situación cualitativamente nueva requiere que la línea general de hoy es que el movimiento revolucionario se deba centrar en el apoyo y en la lucha por las exigencias concretas de la creciente masa de desposeídos. Bajo las condiciones anteriores, el centro político de gravitación pasó de los artesanos y los oficios calificados a la nueva y creciente masa de obreros industriales. La Federación Estadounidense del Trabajo no pudo comprender la importancia de este cambio y, por lo tanto, inició su decadencia. Actualmente, el centro político de gravitación está pasando de los obreros industriales —los cuales están siendo atacados por la electrónica y la globalización, y están indefensos y desprotegidos— al creciente núcleo de trabajadores desposeídos que tienen la opción de luchar o morir de hambre. Este es un aspecto esencial, puesto que estos trabajadores no pueden lograr sus exigencias dentro del sistema. Todo depende de que recobren sus trabajos, pero éstos se han perdido para siempre. Así que la lucha por sus exigencias concretas supone educar y luchar contra un sistema en vez de hacerlo contra un empleador.

¿De qué forma se implementa esta línea general? En primer lugar, al comprender que el rumbo de la marcha de la revolución es básicamente de las luchas económicas hacia las políticas. De manera concreta, esto significa pasar de las exigencias dirigidas al empleador a las que se hacen contra el Estado. La propia burguesía tiene y nos dará la apertura necesaria para librar esta lucha. Como revolucionarios, debemos capacitarnos para reconocer cuando se abra la puerta.

Reporte Político del Comité Permanente de la Liga de Revolucionarios por una Nueva América, septiembre, 2009

 

Novembre.2009.Vol19.Ed6
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El apoyo a las exigencias de los desposeidos
es la única base para la unidad