Los seres humanos cuando aprendían a crear fuego por medio de la fricción establecieron la base para un mundo enteramente nuevo. Ya no limitados (ni protegidos) por las leyes naturales del reino animal, la humanidad tuvo que aprender a pensar. La larga y dolorosa y sangrienta jornada desde la superstición hasta la ciencia, de eso verdaderamente se trata en cuanto a la historia humana. Las mujeres y los hombres que lucharon para entender el significado social de su siempre cambiante ambiente económico son los héroes de esa historia.

Conforme surgió la ciencia, los pensadores sobresalientes lucharon para aplicar la metodología científica - tan exitosa en la comprensión del mundo físico - para entender la evolución de la sociedad. Una vez que se comprendió que las visiones y las creencias de la humanidad eran esencialmente los resultados - en vez de los creadores - del mundo real, era posible desarrollar una ciencia social. Podía ser y fue retada la creencia que el orden social del explotador y del explotado era el orden natural de las cosas. En base de la ciencia social fue posible pensar con creatividad - proyectar lo que es posible y bajo cuáles condiciones. De esta manera la ciencia transformó al socialismo desde un sueño inalcanzable a un sueño alcanzable y práctico.

El pensamiento creativo no refleja la realidad. Es abstracto y más allá de la realidad. Ninguna proyección científica puede plenamente justificar los millones de factores objetivos y subjetivos que forman y determinan una realidad futura. Por lo tanto, es inevitable que haya errores. Conforme los pensadores científicos proyectaron nuevas posibilidades o probabilidades, se desarrolló una tendencia hacia la formación de cultos de verdaderos creyentes en torno a sus proyecciones para protegerles de estos millones de factores. Esto, a su vez, inhibió el desarrollo real de lo nuevo, ya que reprimió cualquier nuevo pensamiento.

El movimiento político revolucionario, que se basa en la visión, debe unirse con un entendimiento científico del significado social del constante quántico y cualitativo desarrollo del los medios de producción, ya que definen las posibilidades de ese movimiento político. Nuestras condiciones sociales y económicas se encuentran en una revolución global. El pensamiento revolucionario debe cambiar y mantenerse al día con estas condiciones cambiantes. Sin embargo, demasiados revolucionarios se ven estancados en el lodo de los años pasados e intentan hacer que las nuevas realidades encajen con las teorías de una época ya ida. Esto los obliga a aferrarse más tenazmente a la palabra escrita y defenderla contra la misma cosa por la cual ellos luchan - eso es, el cambio.

El heroico movimiento revolucionario y determinante de la historia basado en el trabajador industrial en las industrias de las masas se está muriendo, debido a que - a pesar de su confrontación diaria con una nueva realidad - no pueden ir más allá de las proyecciones científicas de los años pasados. Esto puede y verdaderamente nos ocurrirá a menos que cada uno de los camaradas se sienta obligado a contribuir intelectualmente al desarrollo del movimiento.

Cuando sea aceptable responder a preguntas con una cita de un sobresaliente pensador en vez de una concreta investigación de un problema concreto, entonces eso ya no es ciencia. Cuando la ideología reemplace a la teoría como una guía para la acción, entonces el movimiento político habrá sido separado de la actividad práctica de la clase. Cuando las organizaciones sean construidas en torno y restringidas al pensamiento de individuos, entonces se habrá perdido la causa.

La sociedad global ha empezado un salto comparable a la conquista del fuego. En algún lugar se debe escribir mayúscula para esta época. El desarrollo no significa abandonar lo antiguo. Significa absorberlo y progresar. La historia nos muestra que aun una pequeña organización de gente inteligente, que verdaderamente haya librado sus mentes del dogma y que está dispuesta a contribuir su capital intelectual, es capaz de usar la enorme energía social generada por la revolución económica para crear un nuevo mundo.

Karl Marx, sin duda el mayor pensador revolucionario del mundo, resumió todas sus vastas escrituras con una declaración que el único verdadero instrumento revolucionario es la mente humana. Sin ella, nada es posible. Con ella no hay ninguna fuerza en el mundo capaz de detenernos.

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Novembre.2009.Vol19.Ed1
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Editorial: La Clave Para la Revolución