El 12 de febrero, celebramos el ducentésimo aniversario del nacimiento de Abraham Lincoln. La cantidad de libros recientes sobre su persona señalan el creciente interés que existe sobre quién fue este personaje y la forma en que, limitado por la Constitución y las realidades políticas propias de la época, enfrentó la crisis moral de la esclavitud dentro de la crisis política y militar de la Guerra Civil.

El gran filósofo y poeta George Santayana escribió que "aquellos que no pueden aprender de la historia están condenados a repetirla". Durante mucho tiempo, los reaccionarios y los contrarrevolucionarios han comprendido que la falsificación o simplemente el hecho de ignorar la historia es el arma más potente dentro de su arsenal propagandístico. Esto es particularmente cierto cuando se asocia a la economía y al soborno social. El fomento de esta indiferencia y la falsificación de los hechos condujeron a que Studs Terkel, quien se dedica a registrar los hechos de la historia popular, se refiriera a los Estados Unidos como la “nación del Alzheimer”. Esto nunca es más cierto ni más peligroso que cuando se trata de Lincoln y de la Guerra Civil.

Bajo el liderazgo de Lincoln, dejamos de ser los Estados Unidos para pasar a formar una nación, los Estados Unidos de América. Su firme e inquebrantable liderazgo dirigió al país hacia la destrucción de la esclavitud y salvaguardó la “última y mejor esperanza en la Tierra”, que la gente común es capaz de gobernarse a sí misma. A medida que nuestro país se tambalea y se dirige hacia otra grave crisis, quienes nuevamente intenten obstruir la consecución de esa visión deben atacar primero a los visionarios.

Lincoln en el contexto de su época

Hace cien años, muy pocas personas hubieran pensado que algunos políticos radicales y serios, al igual que los aguerridos afroamericanos se convertirían en la otra cara de los reaccionarios frecuentemente violentos a favor del movimiento confederado y, más recientemente, de aquellas personas que condenan el papel que desempeñó Lincoln en la historia. Después de un siglo de dejar en el olvido lo que se aprendió en la Guerra Civil, el denominado período de la Reconstrucción y la contrarrevolución, a finales de la década de los 60, comenzaron a aparecer artículos tales como la afirmación, en 1968, del editor de la revista Ebony, Lerone Bennett Jr., de que Lincoln era un “honky” (un término despectivo para referirse a los blancos) y un racista, y el alegato del respetado historiador Donald Fehrenbacher de que Lincoln le daba cabida al racismo. Actualmente continúa este tipo de afirmaciones y, al darle armas a aquellos que buscan socavar las lecciones y el significado de la vida de Lincoln, se mantiene vivo el peligroso legado de la Confederación y del sistema de la esclavitud.

Al tomarse fuera del contexto propio de la época, la guerra y las políticas, estas condenas de Lincoln lo eleven al nivel del Dios omnipotente “que puede hacer una roca tan grande que ni siquiera él puede cargarla”. Después de asumir el poder, un Presidente se ve acorralado en medio de diversas fuerzas. Entre éstas se encuentran el juramento de defender la Constitución y las leyes del país. Aún si el Presidente considera que la Constitución es un “pacto con el diablo”, ésta se debe defender. Asimismo, el Presidente hereda una burocracia militar y administrativa que es un elemento indispensable para poder gobernar y que podría no estar de acuerdo con él, lo que obstaculiza peligrosamente sus capacidades. Más importante aún, nadie puede gobernar a un pueblo que está en desacuerdo con él.

No hay duda de que Lincoln deseaba que “todos los hombres de todas partes pudieran ser libres”. El nunca retractó la afirmación que hizo cuando tenía 19 años, sobre que “Si alguna vez tengo la oportunidad de asestarle un golpe a esto, lo haré con mucha fuerza”. Cuando se juzga a los líderes, es necesario, por una parte, evaluarlos como individuos con sus propias visiones y moralidad social. Por otra parte, juzgamos a los líderes por lo que han intentado lograr bajo ciertas circunstancias específicas. Debemos saber cuáles fueron sus opciones y, tomando en consideración todos los elementos, si optaron por la vía correcta. Finalmente, los juzgamos por la forma en que combinaron sus objetivos personales con sus responsabilidades jurídicas.

Se han escrito cientos de libros en un intento por desenmarañar a este hombre tan complejo y sus tiempos tan tumultuosos. Un artículo sólo puede responder brevemente a algunas de las detracciones que creemos que merecen considerarse en este aniversario.

Lo que enfrentó Lincoln

A Lincoln se le eligió como Presidente en 1860, mediante un porcentaje minoritario de aproximadamente cuatro de cada diez votos emitidos. La división de John Breckenridge en el Partido Democrático entre los demócratas a favor de la guerra y de la paz permitió esta elección. Los propietarios de esclavos sentían un iracundo odio hacia Lincoln y no existe ningún registro que certifique que él haya recibido un solo voto en el sur. Debido a razones económicas, un segmento importante del norte se oponía a la ampliación de la esclavitud y, por esas mismas razones, también se oponían a la emancipación. Ellos odiaban el “Poder Esclavo”, pero tampoco estaban preparados para pronunciarse en contra de la esclavitud, ya que era una institución jurídica y el sustento y sostén de su bienestar económico. La clase obrera del norte estaba unida en torno a su oposición de lanzar a millones de esclavos emancipados al mercado laboral. Asimismo, existía un enorme movimiento de traicioneros "Copperheads" (término utilizado para referirse a quienes apoyaban al sur durante la Guerra Civil), especialmente en Nueva York. Esa ciudad y el estado en general fueron indispensables para ganar las elecciones y para financiar el gobierno.

Cuando estalló la guerra, algunos norteños estaban a favor de la Unión y en contra del sur, mientras que otros estaban a favor tanto de la Unión como del sur, y otros deseaban que el norte se escindiera del sur y se liberara de la esclavitud. A medida que iniciaba la guerra, se produjo un levantamiento general en el norte a fin de salvar la Unión. Ellos creían profundamente que la Unión, aún con toda su corrupción y el genocidio, su esclavitud inhumana y las guerras anexionistas, continuaba siendo la mejor esperanza para una humanidad oprimida y que apenas despertaba ante el retumbar de una idea cuyo momento al fin había llegado.

El año de1860 representa una época en el que el mundo occidental estaba debatiendo los “Derechos del Hombre”. Estaba surgiendo una creciente repulsión hacia la esclavitud. Hasta en Rusia – la tierra del látigo, las prisiones y los patíbulos– el Zar Alejandro liberó a los siervos y este fue el único país que se pronunció firmemente a favor de Lincoln durante la guerra. Por su parte, la Iglesia de Irlanda e Inglaterra, y especialmente los calvinistas, agregaron una condena moral a la institución de la esclavitud, pero la base política del norte en apoyo a la emancipación era muy estrecha.

Durante al menos diez años, el poder esclavo se preparó para la rebelión. Debido a que los gobiernos federales que habían precedido estaban dominados por los sureños y en manos de hombres tales como el entonces Secretario de Guerra, Jefferson Davis, era algo muy simple transferir todas las armas, el oro y otros medios de guerra hacia el sur. Todos los nuevos arsenales se fabricaron en el sur y se dejó únicamente un pequeño arsenal en Springfield, Massachusetts, en el norte. A las tropas que se sospechaba que eran leales a la Unión se les enviaba a Texas, California y a otras zonas remotas. Los oficiales de las fuerzas armadas, con formación en West Point, provenían principalmente del sur y en su mayoría eran de Virginia. Además, en Washington, D.C., una ciudad sureña, abundaban los espías de la Confederación. Se supo de al menos un senador que era espía antes y durante la guerra, al igual que de varios miembros de la Cámara de Representantes y varios oficiales militares de alto rango.

A medida que los confederados se alzaban en rebelión, la Unión prácticamente iba quedando indefensa. Las tropas del norte se apresuraron a defender Washington, pero fueron atacados cuando ingresaron a Maryland. Se formó un nuevo ejército y el Comandante en Jefe, General McClellan, emitió una proclamación para los sureños afirmando que el ejército de la Unión se uniría a los confederados para aplastar cualquier levantamiento de los esclavos. Los soldados de la Unión se unieron a este ejército para preservarla tal y como se había instituido. Se sabía muy bien que si el propósito declarado de la guerra hubiera sido liberar a los esclavos, el ejército hubiera depuesto sus armas y sus hombres se habrían marchado a casa. Hasta el menor movimiento contra la esclavitud hubiera lanzado a Maryland y Kentucky —con sus grandes milicias— a las filas de la Confederación, y se hubiera perdido la guerra antes que la misma siquiera empezara.

Con el país al borde de la desintegración, la situación se tornaba en algo indescriptiblemente peligroso. Lincoln tenía que luchar por ganar tiempo —tiempo para crear un ejército que luchara contra la Confederación, tiempo para suprimir a los traidores en el norte, tiempo para ganarse a la gente que estaba en contra del poder esclavo y a favor de la institución de la esclavitud, y tiempo para crear las condiciones jurídicas necesarias para la emancipación. Bajo ataques por todas partes, Lincoln nunca titubeó.

La liberación de los esclavos

Los detractores modernos de Lincoln lo critican por no haber implementado inmediatamente la emancipación y porque, cuando tomó medidas, lo hizo sólo parcialmente y como un asunto militar más que moral. A Lincoln también se le acusa de defender la adquisición de esclavos y de regresarlos a África, al igual que de fomentar la supremacía blanca. No podemos abordar estas preguntas a profundidad, pero solicitamos a los lectores que presten atención a estos hechos.

Al haber jurado defender la Constitución y las leyes de los Estados Unidos, Lincoln como Presidente no podía liberar a los esclavos. En la decisión Dred Scott, el tribunal de Taney había estipulado que los esclavos eran propiedad, sin importar dónde estuvieran. Era ilegal confiscar propiedad sin el debido proceso y el mismo no estaba disponible. Esto se hizo más evidente cuando el Gabinete y los dirigentes políticos del norte evitaron que Lincoln enviara a la cárcel al juez que presidía la Corte Suprema, a pesar de que era muy claro que había cometido una traición. Lincoln sabía que la Corte Suprema no defendería la emancipación política.

Para liberar a los esclavos era necesario lograr la derrota de la Confederación y el apoyo de la clase obrera del norte. Los estados esclavistas fronterizos mantenían el equilibrio del poder. En un principio, el norte estuvo a punto de perder la guerra y cualquier movimiento precipitado a favor de la emancipación hubiera permitido que los estados fronterizos pasaran a formar parte de la Confederación. En vez de utilizar el concepto general de la emancipación, con el fomento de una emancipación y colonización paulatina, poco a poco Lincoln se fue ganando el apoyo del norte y de algunos estados fronterizos. A pesar de que algunos abolicionistas buscaban poner en práctica la idea de la colonización, no existe ninguna evidencia de que Lincoln tomó pasos concretos hacia ese rumbo.

Hasta que se eligiera como Presidente, Lincoln no podía llevar a cabo la emancipación. Un llamado público a la integración y la igualdad hubiera acabado con cualquier esperanza de resultar electo. Frederick Douglass captó las creencias personales de Lincoln cuando se le invitó al baile de traspaso de poder. Douglass escribió: "Se me invitó al Salón del Este de la Casa Blanca. Era todo un mar de belleza y elegancia. Las damas vestían trajes muy finos y la Sra. Lincoln estaba de pie allí. Yo no pude haber estado a más de diez pies de distancia cuando el Sr. Lincoln me vio, su semblante se iluminó y me dijo en una voz que se escuchó en todas partes: 'Aquí viene mi amigo Douglass'". A este saludo le siguió un cálido apretón de manos y las presentaciones del caso. Estos modales con una persona de color era algo inaudito en esa época.

Con frecuencia, lo que Lincoln tuvo que hacer como político y sus creencias como persona estuvieron en disputa. Esto marca la relación entre el Presidente y el pueblo. Cuando el mandatario Theodore Roosevelt tuvo una cena privada con el dirigente afroamericano Booker T. Washington, la prensa puso el grito al cielo y Roosevelt se tuvo que poner públicamente en contra de los afroamericanos. Se aceptó que Eleanor Roosevelt dijera lo que Franklin Roosevelt pensaba con respecto a la lucha de los afroamericanos. Él necesitaba los votos del sur para lograr la aprobación de su programa social y, por ello, no podía decir lo que verdaderamente pensaba. Por su parte, Dwight Eisenhower era un segregacionista obstinado, pero cuando la Corte Suprema se lo ordenó, él movilizó a las tropas para lograr la integración en la Escuela Secundaria Central, en Little Rock, Arkansas. Y así sucesivamente. La lista es interminable.

Después de dos años de una guerra sangrienta, las condiciones políticas y los sentimientos del norte empezaron a cambiar. La victoria de la Unión en Antietam en setiembre de 1862 entusiasmó al norte, ya cansado por la guerra, lo cual garantizó que continuara la contienda y que Lincoln resultara electo en 1864. A raíz de lo ocurrido en Antietam, Lincoln se sintió lo suficientemente fuerte para correr el riesgo de emitir la Proclamación de Emancipación como una jugada militar, ya que no podía tomarse como una maniobra política. Esto era peligroso debido a que, por un estrecho margen de 4 contra 5, en los denominados “casos Prize” se había defendido el derecho de confiscar las propiedades de la Confederación. Este fue el mismo tribunal que emitió la decisión Dred Scott y de haber votado en contra de la Proclamación, se hubiera enjuiciado a Lincoln y se hubiera perdido esta causa durante décadas.

Debemos tener presente que después de la guerra más larga, más cara y más sangrienta de la historia, y después del asesinato de un Presidente muy querido en ese entonces, el Senado no condenaría al Presidente Johnson después de habérsele enjuiciado, ya que sabían que con ello se entregaría la presidencia a manos de los republicanos radicales que darían fin a la labor de Lincoln. Así de profundo era el racismo y ello también es un indicio de lo que Lincoln tuvo que enfrentar mientras transformaba nuestro país.

Mientras nos aprestamos a celebrar el ducentésimo aniversario del nacimiento de Abraham Lincoln, nuestro país se encuentra nuevamente al borde de una enorme crisis económica, moral y política. Necesitamos establecer una memoria política para poder comprender y emular las características de este gran hombre. Después de todos estos años, Lincoln continúa siendo indiscutiblemente el líder estadounidense más grande que ha existido y quizás el único al que todo el mundo quiso.

Esta es una traducción del artículo en inglés, si tiene alguna pregunta, por favor vea la versión en inglés de este sitio de la web, o comuniquese con
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Enero.2009.Vol19.Ed1
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Abraham Lincoln:
Un gran visionario y líder revolucionario