La posición social y económica de las mujeres las hace una fuerza social poderosa en todos los periodos del cambio. En la lucha, han estado entre las más dedicadas, las más miltantes, las más dispuestas al sacrificio. Ninguna revolución habría podido realizarse sin la contribución de las mujeres.

Para aprovechar el poder de las mujeres en la causa revolucionaria actual, no podemos simplemente aplicar las fórmulas del pasado. La creciente polarización entre la riqueza y la pobreza está arrojando a millones a la pobreza sin importar el género, color o nacionalidad. En tales condiciones, la unidad de las líneas de clase es el único medio de organizar nuestras fuerzas para las luchas que vendrán.

Entender el estatus de la mujer y las condiciones actuales es crucial para entender porque es esto. El siguiente artículo busca continuar la discución sobre cómo nosotros, como revolucionarios, debemos jugar el rol de liberar finalmente a la mujer de su opresión ancestral y, transformar la sociedad en lo que ahora puede ser--lugar donde todos compartamos los frutos de la sociedad, donde la desigualdad y la opresión no tengan lugar.

La posición cambiante de la mujer

La opresión de la mujer surgió con la propiedad privada y ha cambiado de acuerdo a las condiciones históri-cas y económicas que dictaron su lugar en la producción. Anteriormente con el entronamiento de la propiedad privada, el trabajo de las mujeres jugó un rol central en la producción y reproducción social. Había una división del trabajo entre los hombres y las mujeres, pero no una desigualdad porque no había posibilidad de acumulación de propiedad. La domesticación de animales y el desarrollo de la agricultura condujo a la acumulación de la propiedad que fue pasando de una generación a la siguiente. La mujer fue expulsada de la producción social y confinada a la producción privada dentro de la familia, asi, se hizo dependiente del hombre. Estos cambios trascendentales, haciéndose por siglos, acompañaron la reorganización de la sociedad para salvaguardar las relaciones de la propiedad privada.

En los últimos 50 años, hemos visto grandes cambios en la posición de la mujer. Los desarrollos tecnológicos en el hogar le permitieron a la mujer ingresar a la fuerza de trabajo, la expansión de la economía de la pos-guerra produjo empleos y, más recientemente, la declinación y el recorte de salarios motivados por la introducción de los ciber-electrónicos han hecho necesarios esos empleos para mantener a la familia. Cada vez más, estos mismos desarrollos tecnológicos están borrando las diferencias físicas entre el trabajo de las mujeres y de los hombres. Las mujeres constituyen ahora casi el 50% de los EUA. Ellas están mejor educadas y, tienen acceso a ocupa- ciones que alguna vez fueron del dominio exclusivo de los hombres.

Al igual que otros grupos oprimidos de los EUA, las mujeres se integran cada ves más a diferentes clases sociales de la sociedad estadounidense. Las mujeres están más representadas dentro de los mayores círculos elitistas del mundo corporativista y político. Siete de los 50 más ricos del mundo son mujeres. Las mujeres gerentes toman decisiones que implican billones de dólares y las vidas y sustentos de miles de personas. Una mujer afroamericana, la secretaria de estado Condoleezza Rice, es responsable del desarrollo y supervisión de la política exterior estadounidense, es una de las personas más poderosas del mundo. Este noviembre, los EUA podrían elegir su primer presidente mujer. Estas mujeres de élite, tal como los hombres de su clase, defienden la propiedad privada y el progreso de los intereses de la clase capitalista.

La mayoría de las mujeres estadounidenses, no obstante, luchan cada vez más malabareando una vida de trabajo y familia, discriminadas en el trabajo y, con el estres financiero y emocional de la vida en un mundo donde el "correr hasta el fin" siempre está presente. "Estamos a un pasi de la indigencia," una mujer de Florida les dijo a los entrevistadores de la AFL-CIO en una encuesta llamada Preguntándole a la mujer trabajadora. "Tengo casa, un salario decente pero, si me quedo sin trabajo por más de tres meses, mi hijo y yo estaríamos en la calle." Otra, respondiendo a la misma encuesta escribió, "Todo lo que beneficia a la clase trabajadora está bajo amenaza--empleos, educación, salud, retiro, cuidado de niños. Todo lo que ayuda a los billonarios se refuerza. Las corporaciones y el gobiernos son intercambiables."

De entre estos grupos crecientes de muje-rers descontentas está surgiendo un sector de mujeres que tienen intereses económicos comunes. Éstas son las mujeres de la surgiente clase de nuevos des-poseídos. Ellas son el 60% de los trabajadores con salario mínimo, 70% de los trabajadores de tiempo parcial, 55% de los trabajadores temporales y, el 47% de los múltiples trabajadores con empleo. Las mujeres inmigrantes están casi totalmente concentradas en los empleos más mal pagados, tales como el trabajo doméstico y el sector de los servicios. Sobre un tercio de todas las familias sostenidas por mujeres vive debajo del nivel de pobreza. Casi la mitad de las madres solteras afroamericanas, viven por debajo del nivel de pobreza.

Mientras la situación de las mujeres se deteriora, la destrucción al por mayor del sistema de protección social significa que la sociedad las abandona. La asistencia social está tan restringida que ya es practicamente inutil. La vivienda pública se demuele y la reconstrucción se suspende. Las clínicas de salud y los hospitales se cierran, para no abrirse jamás. No es sorpresa pues, que las mujeres y los niños de todos los colo-res constituyan el número de indigentes y destituídos que más rápido crece.

Es sobre sus espaldas que el decadente orden capitalista se reorganiza en un desesperado intento de maximizar las ganancias y defender las relaciones de propiedad privada a cualquier costo. Hacia donde se dirigirá la sociedad ya no es una cuestión abstracta. Al desintegrarse la sociedad y, al deteriorarse la situación de las mujeres, se desarrolla una reacción que reclama por más restricciones a los derechos de las mujeres, trivializando la creciente violencia contra ellas y, cierrra los ojos a la espiral que las lleva a su destitución.

Las mujeres de la nueva clase comparten intereses económicos comunes, no solamente entre ellas sino, cada vez más con los hombres de similar posición económica

Los ciber-electrónicos — tecnología reemplazante de la mano de obra — ha devastado un creciente sector de trabajadores masculinos. A los no especializados, apréndices, especializados en manufacturas y, crecientemente; trabajadores de cuello blanco que están encontrándose marginalizados e, incapaces de encontrar o de mantener el empleo. Un creciente sector de hombres se encuentra como un contingente de trabajadores — de tiempo parcial, temporales y trabajadores de múltiples empleos, sus prospectos son poco diferentes a los de las mujeres.

La tecnología ciber-electrónica tiene el potencial de proveer a toda la sociedad con los frutos de una vida decente, estable y culta. Bajo el capitalismo, está misma tecnología ha dejado "sin valor" el trabajo humano, arrojando a cada vez más millones de hombres y mujeres a las filas de la nueva clase. Reformar el actual sistema económico no se ajustará a las necesidades de ésta clase. Eso solamente puede lograrse por medio de reorganizar la sociedad en torno a las posibilidades de la nueva tecnología.

Socavados los viejos medios de control

Bajo el capitalismo, la supremacía masculina justifica la dependencia económica de las mujeres de los hombres, no solamente por su bien sino, como parte crucial de una red entrelazada de ideas que facilite el funcionamiento del sistema capitalista.

Los hombres se han beneficiado de la dependencia económica de las mujeres, pero ultimamente esas ventajas solamente han permitido la consecuente explotación y el control de los hombres por la clase capitalista. Por ejemplo, su posición como principales proveedores de alimento y como sujetos respon-sables de la familia los ha atado más estrechamente al sistema capitalista (una situación que los ciber-electrónicos están cambiando). La supremacía masculina ha considerado a la mujeres como una fuerza de trabajo barata y al hacerlo, en tiempos diferentes de la historia, ha enfrentado a los hombres contra las mujeres tanto económica como políticamente.

El poder ideológico de la supremacía masculina no solamente se basa en la habilidad de la clase en el poder para imponer subordinación económica y social a las mujeres sino, también por su capacidad de dar a los hombres los medios que les aseguran superioridad social y particularmente superioridad económica sobre las mujeres. Este proceso ha tomado formas diferentes de acuerdo a la posición de clase, a los periodos de la historia y, en nuestro país, de acuerdo al color.

El día de hoy, vemos que no solamente es "el empleo" y su rol en estabilizar la ideología de la supremacía masculina lo que se destruye sino, también la red entera de relaciones que compone a la sociedad. La familia, la crianza de los hijos, los roles específicos de los hombres y las mujeres--estos ya no sirven en un mundo donde el trabajo humano ya no se necesita. Este proceso está afectando a millones de hombres y mujeres, trastornando su sentido de si mismos, su relación con los otros y con la sociedad entera. Esto no es que digamos que la ideología de supremacía masculina ya no existe o que desaparecerá algo asi como por magia. Esto significa que la base material para la existencia de todas las ideologías existentes se está destruyendo, abriendo las posibilidades para la unidad de clase en un modo que antes no habíamos conocido en la historia.

La nueva clase emergente enfrenta problemas prácticos y reales de sobrevivencia — vivienda, atención médica, agua y alimento. En la lucha por éstas demandas la clase se verá obligada a confrontar ideologías atrazadas, batallar para deshacerse de todo lo que se oponga en su camino y, levantar nuevas ideologías para promover sus objetivos de una sociedad mejor. Borrar la mugre de mucho tiempo no será sencillo ni facil, pero será escencial si la clase se quiere forjar a si misma en una fuerza capaz de satisfacer las demandas de la historia.

Enarbolar la visión de un nuevo mundo

Estamos en medio de un cambio profundo. Todos los apectos de la sociedad están en lucha para resolver la opresión que experimentan por razones históricas como económicas. La desigualdad de las mujeres y la opresión racial existen todavía. Pero también es claro que la construcción histórica de raza y género esta inherentemente conectada a las relaciones de clase cultivadas por el sistema existente. Ni la sociedad como un todo ni éstas luchas históricas pueden avanzar apartándose de la solución de los problemas de la nueva clase. Solamente una solución que se dirija a "los menos de nosotros" resolverá los pro-blemas de todos. Debemos ver mas allá oponiéndonos a las categorías de género y clase. Levantar la causa de la nueva clase es levantar la causa de la mayoría de las mujeres del mundo--incluyendo a las de este país--en un modo práctico y real.

Es tiempo de sacar la raíz de la lucha de las mujeres fuera del suelo capitalista, para que la mujeres y los hombres se unan en torno a un programa que vaya más allá de la emancipación legal y política de las mujeres. La lucha de las mujeres hoy, es por todo eso que los cambios materiales en la sociedad ha hecho posible. Esta lucha no puede ser resuelta sin la reorganización de la sociedad en un sistema en el cual los frutos de la civilización humana estén a disposición de todos.

Solamente entonces crearemos un mundo en el cual habrá, como Frederick Engels escribió: "Una gene-ración de hombres que nunca en sus vidas hayan conocido lo que es comprar el sometimiento de la mujer con dinero u otro instrumento social de poder, una generación de mujeres que no sepan lo que es entregarse a un hombre por cualquier otra consideración que no sea el amor real o, rechazar entregarse por miedo a consecuencias económicas. Cuando éstas personas estén en el mundo, ellos cuidaran a los pequeños como todos piensan debe de hacerse; ellos realizaran sus propias prácticas y su propia opinión pública correspondiente a la práctica de cada individuo — y eso será todo."

 

Marzo.2008.Vol18.Ed2
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