Nota del editor: El siguiente informe se presentó durante la conferencia del Grupo de Trabajo sobre Inmigración de la LRNA, celebrada en abril del 2007.
American Exceptionalism, o el excepcionalismo estadounidense enmarca el debate actual en torno a la inmigración. Los estadounidenses consideran que la inmigración hacia este país demuestra la universalidad de los principios democráticos de la nación y nos resistimos a examinar el papel que ha desempeñado el imperialismo de los Estados Unidos en las estructuras globales de la migración. En vez de ello, pensamos en la inmigración como un fenómeno unidireccional en el que los desafortunados pobres del mundo claman frente a las puertas de las naciones más ricas. Si el excepcionalismo estadounidense enmarca el debate ideológico sobre la inmigración, el capitalismo global enmarca la actual realidad económica.
El capitalismo global ha generado una crisis de la reproducción social (supervivencia) de millones de personas en todo el planeta. La creciente pobreza, la desigualdad, la marginación y las carencias son la parte inferior y oscura del sistema capitalista global. México, que se sitúa al centro del debate sobre la inmigración, ilustra de forma notable la crisis global de la supervivencia. La revolución tecnológica que le siguió a los avances en la rama manufacturera después de la Segunda Guerra Mundial, ofreció nuevas oportunidades para que los inversionistas estadounidenses buscaran introducir en México alta tecnología y utilizaran la mano de obra local. Desde los años 1920 hasta principios de la década de los 70, el gobierno mexicano estimuló el crecimiento económico con un modelo de industrialización mediante la sustitución de importaciones (ISI), el cual protegía y promovía el desarrollo de las industrias nacionales al permitir que los productores mexicanos elaboraran los bienes que se vendían en México.
Sin embargo, debido a la presión que generaba la acumulación de la deuda externa, la política económica mexicana comenzó a cambiar. Los negocios gubernamentales fueron vendidos a diversos inversionistas privados. Se les permitió a las compañías privadas poseer tierras y fábricas en cualquier parte del territorio mexicano. El país se convirtió en una especie de laboratorio de las reformas económicas que habían transformado las economías de las naciones en desarrollo, desviando a estos países de las políticas que impulsan el desarrollo nacional hacia aquellas que fomentan una apertura de la economía a los inversionistas transnacionales. Con ese fin, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés) se estableció para facilitar la formación de un solo mercado continental en el que los bienes, los servicios y el dinero pudieran atravesar libremente las fronteras entre los Estados Unidos, Canadá y México.
Tal como lo predijeron los oponentes del NAFTA, el acuerdo devastó a los obreros tanto estadounidenses como mexicanos. Según el informe del 2001 titulado “NAFTA at Seven” [A los siete años del NAFTA], que publicó el Economic Policy Institute, “el NAFTA eliminó 766,030 trabajos, existentes y probables, en los Estados Unidos entre 1994 y el 2000, debido al rápido crecimiento en el déficit neto de las exportaciones estadounidenses con México y Canadá”. En su informe titulado “Rethinking the NAFTA Record” [Repensando el historial del NAFTA], el Institute of Policy Studies informó que entre el período en que el NAFTA entró en vigor, en 1994, y mayo del 2002, el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos aprobó que 403,000 trabajadores estadounidenses tuvieran acceso a los beneficios del Programa de Asistencia a la Adaptación de Transición del NAFTA (NAFTA-TAA, por sus siglas en inglés) debido a que el tratado les había costado sus puestos de trabajo. Diversos estudios también revelaron que las exportaciones no siempre generan empleos. En su libro titulado “Children of the NAFTA War” [Hijos de la Guerra del NAFTA], David Bacon asevera que en las cinco industrias que representan la mayor parte de las exportaciones hacia México –equipo eléctrico, maquinaria, equipo de transporte, químicos y metales primarios – más de 1.5 millones de trabajos desaparecieron entre 1980 y 1995, a pesar de que las exportaciones de estas industrias aumentaron. En junio de 1994, las exportaciones estadounidenses de maíz hacia México aumentaron en un 525 por ciento con relación al año anterior, perjudicando aún más a los pequeños agricultores mexicanos que cultivan el maíz para consumo doméstico. Según los informes del gobierno mexicano que siguen de cerca el movimiento de la población dentro de sus fronteras nacionales, tres millones de pequeños agricultores y sus familias han sido desplazados de las tierras, al no ser capaz de competir con la agroindustria empresarial de los Estados Unidos.
El presidente mexicano Vicente Fox (2000-2006) dejó estancada la economía de su país, con un notable aumento del desempleo, una extrema polaridad en cuanto al ingreso y muy pocas oportunidades restantes. Un reciente estudio del Banco Mundial comparó a México con Botswana, África, en términos de la desigualdad económica existente. Según el estudio, la economía mexicana demostró su capacidad de generar riqueza durante los últimos años; sin embargo, dio marcha atrás en cuanto a su distribución y experimentó una reducción del poder adquisitivo verdadero de sus habitantes. Unos 50 millones de mexicanos sobreviven con el equivalente a un dólar diario y sólo en el 2006 el pago de los intereses de la deuda de $26 mil millones fue el más alto en la historia. El gobierno de Fox consolidó a la economía mexicana como la décima más grande del mundo, pero en términos del ingreso per cápita, el país se situó en el septuagésimo lugar a nivel mundial ($6,790.00) y en el octogésimo si el ingreso se mide a través del poder adquisitivo real, que es un nivel que se compara con Bostwana (Nativo López, “A Question of Strategy and Tactics – What’s Next for the Immigrant Rights Movement?” Una cuestión de estrategia y tácticas. ¿Y que sucederá ahora con el movimiento para los derechos de los inmigrantes?, 2006)
Durante la presidencia de Fox, más mexicanos fueron expulsados sistemáticamente del territorio nacional hacia los Estados Unidos que en cualquier otro período de la historia de estos dos países. El gobierno de México ha documentado que entre 430,000 y 500,000 nacionales han logrado ingresar con éxito a los Estados Unidos de forma clandestina anualmente, durante los últimos seis años –que es precisamente el período presidencial de Fox. Lo que Felipe Calderón, del PAN, ha aducido en reiteradas ocasiones es que no tiene intención de esforzarse para resolver los términos del NAFTA ni de hacer nada para proteger a los pequeños agricultores mexicanos.
A pesar de que la inmigración se impulsa por la violencia económica y política en manos de las empresas transnacionales que la consagra, en los Estados Unidos, el Departamento de Seguridad Nacional, los medios noticieros y los políticos redefinen el tema de la migración, convirtiendo a los trabajadores inmigrantes en criminales, en vez de víctimas. Estas fuerzas han intentado obtener el apoyo del pueblo estadounidense para castigar a los trabajadores inmigrantes, como una solución a la creciente ira de todos los trabajadores de este país por el ataque empresarial contra sus niveles de vida y necesidades básicas, y por el saqueo corporativo de las finanzas del país.
¿Dónde se sitúa actualmente el movimiento
de los inmigrantes?
El debate de esta pregunta comienza al asumir que esta corriente — que se puede caracterizar como espontánea, política, social, económica, histórica y revolucionaria— es al mismo tiempo un “movimiento”. Al asumir que es un movimiento, o probablemente es más preciso aseverar que es un movimiento en formación, se puede decir que por lo general es confuso, desorganizado y aislado, con algunas facciones del mismo extremadamente vulnerables. Sin embargo, es igualmente cierto, que este “movimiento” reviste una relevancia nacional, no sólo porque es grande y sigue creciendo, sino también, y más importante aún, porque es un testimonio a nivel mundial de los efectos de las transformaciones globales en marcha.
Al evaluar el movimiento de los inmigrantes, tenemos que primero entender que existen varias facciones del mismo que, en diferentes ocasiones, a mala gana, se unen para acudir a una marcha o una conferencia, pero cuyos intereses pueden ser diferentes. Una facción del movimiento está organizada para que se apruebe una nueva legislación. Se trata de una conseción y no de una solución. Lo líderes de las iglesias, los sindicatos y muchas organizaciones están compitiendo para imponer sus perspectivas comprometidas en el resto del movimiento.
Otra facción es la de los grupos a favor de los derechos de los inmigrantes, las coaliciones, las organizaciones de inmigrantes y las asociaciones que existen en sus ciudades natales. Todos estos grupos han comenzado a separarse porque sus líderes les están diciendo que deben de conceder. Dentro de esta facción se encuentran los propios inmigrantes. Su movimiento, o su lucha, es por la supervivencia, lo que significa la resistencia a los ataques en diferentes frentes, tales como la educación, los servicios de salud, la seguridad y las condiciones laborales, los procedimientos de deportación y los derechos más básicos, como la vivienda. Para ellos, conceder no es tan fácil.
Una trabajadora doméstica expresó su frustración con su propia coalición y el movimiento en general, al afirmar que estas organizaciones desean hablar en su nombre y controlar sus actividades políticas para que calcen dentro de su esquema. La trabajadora afirmó que se les está robando a los inmigrantes y el Estado los está aterrorizando: “siempre que nos detienen, se llevan nuestros autos – ¡es un robo!” A estas voces las están reprimiendo aquellos que están luchando y hablando por ellos. Otra mujer dijo: “las uniones ni hacen ni dejan hacer”.
Este sector no puede aceptar conceciones y sobrevivir. Están más aislados que cualquier otro sector. No necesitan más organizaciones o voceros. Lo que necesitan es un medio para sus propias voces.
Revolucionarios emergentes
No existe ninguna sola organización de masas que esté uniendo las luchas dispersas y variadas en torno a los temas de los inmigrantes. La ausencia de una organización nacional cohesiva ha hecho difícil que cualquiera reclame el liderazgo de este movimiento tan diverso, a pesar de que las organizaciones lo han intentado, incluso el Partido Demócrata.
En vez de ello, el movimiento para los derechos de los inmigrantes depende de coaliciones y redes, o de grupos autónomos débilmente relacionados y arraigados profundamente en sus respectivas zonas, y en las comunidades de la clase obrera. Esto, por supuesto, significa que por lo general son invisibles en la corriente dominante. También dependen de pequeños periódicos, listas de distribución por Internet, bitácoras electrónicas (conocidas como “blogs”) y redes informales. Y aún así, entre estas cientos de organizaciones hay miles de revolucionarios dedicados y políticamente conscientes que prefieren esta forma organizativa como un medio para velar por la independencia política.
La confusión y la desunión dentro del movimiento reflejan la conciencia de la resistencia y el objetivo burgués del compromiso — un “equilibrio” entre la legalización y la aplicación— en contradicción con las demandas de los más vulnerables, cuyas necesidades no pueden satisfacerse a través del compromiso o de la reforma. Esta confusión y desunión no sólo revelan un vacío de ideas, si no también las luchas por la independencia política y una verdadera solución. Así que las facciones más avanzadas del movimiento están haciendo un llamado a la legalización total.
Preguntas ante el movimiento
Las siguientes preguntas para los revolucionarios son: ¿Cuál es nuestro próximo paso? ¿Qué debemos defender? ¿Cuál sería un paso hacia adelante desde la legalización? ¿Aborda la legalización las causas de la inmigración? ¿Crea puestos de trabajo en ambos lados de la frontera? ¿Aumentará o disminuirá la legalización los niveles de vida en ambos lados de la frontera? ¿Contendrá la explotación por parte de las empresas o limitará el NAFTA de alguna manera? ¿Es un llamado en torno al cual se pueda congregar la clase? Sabemos que la abolición de la propiedad privada es el desenlace más importante, pero ¿como planteamos esto dentro del movimiento? ¿Cuál es la solución práctica? ¿Eliminar las fronteras? ¿Un salario transnacional?
Debemos reconocer que el NAFTA hizo mucho más para derribar las fronteras y comprometer la soberanía estadounidense que cualquier inmigrante. El NAFTA no creó la globalización, pero sí les enseñó a las clases gobernantes, tanto de los países en desarrollo como de los desarrollados, la manera en que la globalización podría utilizarse para desligarse de los obstáculos y las obligaciones que sus comunidades nacionales les imponen democráticamente o a través de otros medios. La única forma de terminar con el debate de inmigración es concluir el proceso de integración que empezó el NAFTA: la eliminación de las fronteras.
Maria Elena Martinez es membra de la redactora del Tribuno Del Pueblo, Laura Garcia es editora del Tribuno Del Pueblo, y Sal Sandoval M.D. es miembro de la redactora del Tribuno Del Tribuno.
Septembre.2007.Vol17.Ed5
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