Muchos estadounidenses despertaron abruptamente a una dura realidad cuando el gobierno federal totalmente abandonó a la gente de la costa del Golfo de México, antes y durante el huracán Katrina. Mientras tanto Halliburton y otras corporaciones nadaban en ganancias, gracias a obtener contratos federales sin un proceso de licitación para reconstruir la costa del Golfo. Gente que fue convicta por “saqueo” de productos básicos, agua potable y alimentos, aún permanece en prisión. Muchos mas esperan en campamentos de furgones, administrados por FEMA y que más que nada parecen prisiones; mientras tanto New Orleáns es reconstruida para el deleite de los ricos y poderosos.
La total y vergonzosa indiferencia del gobierno por la vida humana, y su meticulosa atención a las ganancias, son signos de profundos cambios en la forma y el papel del Estado (en la vida ciudadana). “Cambios en la forma y el papel del Estado” puede parecer como una confusa abstracción, pero es algo que experimentamos a diario, la red social de protección está bajo un ataque total. Las corporaciones comerciales se han tomado el Congreso, un pequeño cartel de banqueros controla el banco de la Reserva Federal, el cual controla la economía; la pobreza y las deudas se adueñan de nuestras vidas; las ciudades se deterioran y el espíritu y la cultura se desintegran.
Estos cambios no son simplemente una mala situación tornándose peor. Igual que otras poderosas fuerzas que mueven a la sociedad e irrumpen en nuestras vidas, son el comienzo de un nuevo proceso. Un individuo o una administración en particular, pueden hacer avanzar o retardar el proceso de cambio, pero no son la causa de los cambios políticos actuales.
Ciertamente, por hoy, el complejo militar e industrial y la administración Bush aceleran el drenaje de los recursos del país para alimentar a las corporaciones: minando la democracia y las libertades civiles, sacrificando a la madre Tierra y la paz mundial por el bien de las compañías energéticas. Sin embargo este proceso es más amplio que cualquier institución en particular o que el gobierno mismo.
Tenemos que ver más allá de lo que tenemos frente a nosotros y preguntarnos: ¿qué está pasando y por qué? Todo cambia y cambia por razones definidas, entender estas razones y sus resultados es posible.
¿CÓMO HEMOS LLEGADO A ESTE PUNTO?
Para entender el proceso político en el que nos encontramos, necesitamos volver la vista atrás hacia el proceso que nos trajo hasta acá. A través de la historia, cuando nuevas formas de propiedad privada llegaron a predominar, crearon cambios en la forma, función y papel a jugar por el Estado.
Antes del ascenso de la industria en gran escala, la tenencia de la tierra fue la forma predominante de propiedad privada, y el Estado tomó forma y desarrolló funciones que promovieron la acumulación de riquezas por parte de los terratenientes. Las líneas que separan los medios de explotación de los medios de control político, no fueron claramente trazadas. Los señores feudales no sólo acumularon riquezas sobre la fuerza laboral de los campesinos desposeídos en su tierra, sino que también les cobraron impuestos directamente y crearon ejércitos a su servicio. Tenían privilegios y autoridad en el aparato del Estado simple y directamente porque poseían la tierra.
La industria a gran escala fue una diferente forma de propiedad privada, en su ascenso creó una nueva clase poseedora: los capitalistas industriales. El capital se podía expandir más lejos y más rápidamente si se mantenía separado del Estado (…los capitalistas y el Estado con papeles separados en la sociedad). El capital necesitaba estar libre de responsabilidades con la sociedad, y de obstáculos feudales para su expansión. El capital también necesitaba de un suministro de mano de obra, así que la mano de obra fue “liberada”… es decir separada de la tierra y de sus herramientas, y convertida en dependiente de los capitalistas para trabajar. El capitalismo se encontraba en su infancia económica, pero las promesas de ganancias basadas en la explotación de los obreros en la industria a gran escala, dieron forma a las demandas y programas políticos de la naciente nueva clase de capitalistas.
En un país tras otro, el ascenso de la industria a gran escala inició una época de grandes revoluciones, que reconstruyeron el Estado. La revolución francesa, la revolución rusa, la revolución china, y en alguna medida, la guerra civil en los EEUU., llevaron a diferentes clases sociales a tomar el poder político. Un factor común en esas revoluciones fue la reconstrucción del aparato estatal para reacomodar el papel de la fuerza laboral en la gran industria, como la base principal para la acumulación de riquezas y el crecimiento de la economía.
En aquellos países donde las revoluciones dieron el poder a los capitalistas, el Estado protegió a la clase capitalista, promoviendo condiciones para que los capitalistas acumularan las mayores riquezas. El Estado se apoyó en la básica relación que conforma al capitalismo (los capitalistas poseen los medios de producción y lucran de la explotación de los trabajadores, los cuales se ven obligados a vender su fuerza laboral para poder sobrevivir) y funcionó para sostener tal relación. Al mismo tiempo, el Estado, promovió y protegió el mercado nacional; mercado de mano de obra y de los productos de esa mano de obra. El Estado pasó por diversas etapas de ese proceso, mas sólo fueron formas, estadios y facetas del Estado en relación al capital productivo—es decir—la evolución del Estado basada en las etapas de crecimiento del capitalismo.
El Estado protegió la conexión entre el capital y los trabajadores de los EE.UU. en la producción así como en la sociedad, mientras el capitalismo se expandía y los capitalistas productivos dependían de los obreros industriales en este país. Es más, aun con el capital siendo exportado a países menos desarrollados, los capitalistas todavía dependían de una fuerza laboral estable en los Estados Unidos; la súper explotación en el extranjero pagó por los niveles de vida de clase media de un gran sector de la población de los EE.UU.
Algo nuevo ocurre hoy: los nuevos métodos de producción están sacando a los trabajadores del proceso productivo, y comienzan a destruir la relación social que define al capitalismo. El proceso apenas comienza y sus formas no son claras de definir, sin embargo está desestabilizando todo aquello en la sociedad que se apoya en esa fundación, incluyendo el papel que juega el Estado.
CAMBIOS EN EL CAPITAL Y EN EL ESTADO
Paso a paso, el Estado está siendo reconstruido para anular las barreras al capital; para administrar la plusvalía y crear las mejores condiciones posibles para su acumulación, y para pasar el costo de esto a los más pobres y desvalidos. El Estado todavía protege a los capitalistas y sus propiedades, pero está modificando sus formas para lograrlo en las condiciones actuales.
Nuevos métodos de producción están estableciendo nuevas condiciones en la sociedad. La electrónica aplicada a la producción, no sólo reduce el número de obreros necesarios en las fábricas y talleres, sino que elimina categorías de empleo enteras, y estratos de trabajo en la producción y en la administración, diseño y transporte asociados a la producción. Esta tecnología reemplazante de la fuerza laboral, es el comienzo del fin de la plusvalía.
Su efecto inmediato es un declive en el margen de ganancias en la producción. Los capitalistas productivos obtienen sus ganancias sobre la mano de obra; cuanto más baja es la proporción de la mano de obra en el proceso de producción, más bajo es el margen de ganancias. Entonces el capital es llevado a todos los aspectos de la economía mundial, Si encuentra resistencia, el Estado se encarga de apartar los obstáculos
¿CÓMO SE ESTáN DANDO ESTOS CAMBIOS
EN EL CAPITAL Y EL ESTADO?
Al haber bajos márgenes de ganancia, el capital busca compensar yendo en todas las direcciones posibles. La tecnología electrónica le ayuda para ello, y el Estado garantiza las mejores condiciones posibles para la acumulación de riqueza en manos de la clase capitalista. Los bajos márgenes de ganancia obligan a la clase dueña de propiedad privada, a ser cada vez más dependiente del Estado para acumular la máxima riqueza.
El declive en las ganancias presenta otras formas y actividades del capital. El capital especulativo es la punta de lanza de este proceso, y está volviéndose predominante. Esta forma del capital no financia producción; florece sobre la creación de crédito y deudas, sobre la especulación con las tasas de interés bancario, tasas de intercambio de moneda, precio del petróleo y otras mercancías. Nada está exento, nada es sagrado; a menudo el hacer préstamos a un gobierno, y especular sobre el alza y baja de los precios de bonos (emitidos por el gobierno que acepta el préstamo (para pagar la deuda), es una mejor apuesta que el invertir en la producción de mercaderías para las cuales podría no haber mercado.
Los capitalistas financieros y especulativos prosperan sobre nuestras deudas más que sobre nuestra habilidad para trabajar. Por lo tanto, cuanto más grande sea la deuda pública y privada, más dinero acumularan estos capitalistas, y…..la deuda publica con inversionistas privados, expone al Estado a manipulación de sus políticas. De allí que el capital especulativo y el Estado estén cada vez mas entrelazados.
EL ESTADO Y EL CAPITAL EN LOS ESTADOS UNIDOS
A pesar de que estos cambios en la forma y el papel del Estado tienen expresiones y consecuencias en todas partes, acá nos enfocaremos principalmente en los cambios en el Estado y el capital especulativo en los EE.UU.
Cada día, trillones de dólares se mueven digitalmente alrededor del mundo en busca de inversiones. Los Estados Unidos operan a través del mundo financiero — por hoy dominado por ellos — para crear las más favorables condiciones para acumular capital.
Hoy día, instituciones no elegidas por voluntad popular, (como la Reserva Federal de los EE.UU., el Banco Mundial, bancos centrales, el Fondo Monetario Internacional, etc.…) manejan las economías, establecen tasas de intercambio, y financian la deuda pública aquí y alrededor del mundo.
Para compensar por el declive en los márgenes de ganancia, el capital productivo fluye hacia donde los costos de mano de obra son más bajos—de los EE.UU. a México, de México a Bangla Desh. El Estado protege la fuga libre y completa del capital a través de fronteras nacionales, iniciando guerras, arreglando préstamos e inversiones, coaccionando acuerdos comerciales que asaltan economías nacionales enteras, y que obligan a millones de gente a abandonar sus tierras, o les vuelven desempleados., y así sucesivamente.
No toda la producción puede globalizarse...Así que…los tribunales permiten la cancelación de contratos laborales por parte de las corporaciones. El Estado criminaliza y victimiza a los trabajadores inmigrantes—y de esta manera intensifica la desigualdad dentro de la fuerzas laborales—deteriorando los sueldos, prestaciones y seguridad laboral de todos.
El Estado y las corporaciones vuelven los productos de cultura, ciencia y naturaleza en mercaderías. Otorgando patentes sobre un específico rasgo de ADN o sobre productos de investigación científica financiada públicamente, el Estado asegura a las corporaciones ganancias muy por encima de las que obtendrían con sólo la explotación de la fuerza laboral.
También hace el Estado transferencias de riqueza: más de $99 billones serán cortados del presupuesto del Medicaid y otros programas domésticos en los próximos años. En los últimos años los cortes de impuestos sumaron un promedio de $112,000 a los ingresos netos de los súper ricos (dos décimos del uno por ciento de la población) un beneficio 19 veces mayor que el 0.3% otorgado al 20% más pobre de los EE.UU.
El Estado transfiere propiedades y privatiza funciones públicas. Tierras públicas y recursos naturales son transferidos a manos de corporaciones privadas, para ser vandalizadas para lucro privado. Las corporaciones dirigen el suministro de la educación, el agua y la energía—con fines de lucro—no para el bien público. Compañías mercenarias privadas llevan a cabo operaciones militares en otros países, ya para ellas, ya para el Ejército de los EE.UU.
El Estado rehúsa aceptar responsabilidad social, el gobierno se está convirtiendo en un aparato indiferente e irresponsable, al cual la democracia no puede importarle menos.
Todo esto esta convergiendo en el comienzo de la destrucción del capitalismo, no en su crecimiento,
LAS DIFERENCIAS ENTRE ESTADO
Y EMPRESA PRIVADA DESAPARECEN
El proceso de fusión del Estado y el capital está desarrollándose rápidamente, al punto de que es difícil distinguir las funciones y atribuciones de uno y el otro. El gobierno de los EE.UU. ha dejado de promover la relación entre el capital y la mano de obra en este país, para proteger al capital globalmente. Y aunque el proceso no está completo, ya se ha dado pasos en ese sentido, y el Estado tambalea sobre la decadente fundación de la sociedad.
El capital productivo es todavía la única base creadora de plusvalía y riqueza. Las formas parasitarias de actividad capitalista y de acumulación de riqueza que están surgiendo por hoy, no crean plusvalía, sólo la redistribuyen a los dueños de la propiedad. El parásito está matando a su anfitrión y para eso confía en el Estado, de quien depende cada vez más la capacidad de acumular riqueza. Una vez más en la historia, desaparecen las distinciones entre la propiedad privada y el Estado, y sus papeles se fusionan y traslapan.
Todo esto contribuye a crear una situación inestable: el Estado protege la relación básica que conforma el capitalismo, y al mismo tiempo depende de ella. Sin embargo, nuevos métodos de producción están destruyendo dicha relación. Los trabajadores no son tan necesarios como antes, y el Estado no tiene que garantizar su disponibilidad de la misma manera. Y debido a que la mano de obra en los EE.UU. ha sido de las más caras en el mundo, es lo primero en ser eliminado, en el relativo realineamiento del Estado.
La forma exacta de estos cambios no es automática ni predeterminada; tales cambios son creados por seres humanos que dan pequeños pasos para resolver grandes problemas, todo en el contexto de historia y cultura determinadas. Plantear los temas no significa que sean inevitables, ni tampoco que ello sea la respuesta final, la causa y dirección del proceso están claros sin embargo.
En los orígenes del capital el Estado fue estructurado para acelerar la formación de la clase trabajadora, para proteger al mercado y capitalistas nacionales. El imperialismo y el “Estado de Asistencia” representaron una etapa del proceso de crecimiento del capitalismo.
Con nuevos métodos de producción se comienza a destruir la fundación del capitalismo; en el Estado se lleva a cabo un cambio profundo: de nación-estado protectora del mercado y de las relaciones sociales dentro de un país, a un Estado dedicado a expandir el mercado y proteger la santidad de la propiedad privada globalmente, mientras abandona la responsabilidad por la sociedad nacional. Para proteger la propiedad privada bajo esta nueva condición, el Estado se mantiene, cada vez más, opuesto a los desposeídos de empleos y/o de propiedad. Y esto sólo contribuye más al detrimento de la sociedad.
EL ESTADO DESTRUYE LA SOCIEDAD Y FORMA
UNA NUEVA CLASE
Las astillas de vidas destruidas pueden verse en todas direcciones: trabajadores sin prestaciones, trabajadores sin empleo, trabajadores “indocumentados” sin derechos, jóvenes sin opciones más que el ejército o la cárcel, ciudades si agua ni bomberos, la educación y la salud al amparo de las corporaciones. Los cambios en el capital y el Estado deforman nuestras vidas, y al mismo tiempo crean una nueva clase de proletarios globales. Hoy no es sólo la economía la que crea estragos, sino las premeditadas acciones del Estado que deforman y destruyen la sociedad.
Un ataque total contra la sociedad ha sido lanzado por la clase explotadora y especuladora. Ya no les basta con emplearnos para explotarnos, eso no calma su sed de ganancias. Lucran de nuestras deudas, confiscan los haberes públicos, y transfieren fondos públicos a ingresos privados. Debido a que la clase poseedora y dominante depende cada vez más del Estado para desangrar la riqueza de la sociedad, es más difícil diferenciar entre esta clase poseedora y el Estado mismo. La soberanía de la propiedad privada está destruyendo la sociedad.
La sociedad se polariza. Los ultra ricos pueden pagar servicios privatizados, los empobrecidos se ven forzados a luchar desesperadamente por sobrevivir; la clase media está empobreciendo. El asalto a la sociedad cambia la punta de lanza en la lucha social, los trabajadores con empleo tienen que luchar por sus sueldos y prestaciones. Pero ya no sólo son esos los temas de lucha. El vivir y prosperar como seres humanos toma valor central, y esto coloca las luchas sociales en confrontación directa con el Estado.
De la destrucción de la relación entre los trabajadores y el capital, una nueva clase de polarización empieza a predominar, y esa es la de la clase global desposeída y la clase global poseedora. El Estado es el que progresivamente cumple funciones de desposeer.
La reorganización de la distribución de la riqueza de la sociedad de acuerdo a las necesidades, ya sea por la destrucción del ambiente, el decadente sistema educacional o el ineficiente sistema de salud, es no sólo una posibilidad sino una necesidad urgente. La solución a la destrucción de la sociedad es el programa de la nueva clase desposeída — la abolición de la propiedad privada y la explotación.
Al igual que la clase capitalista en su ascenso, nuestra clase será formada políticamente en la lucha por sus necesidades. Esto no es un proceso automático, sino una combinación de necesidades reales, experiencias prácticas, polarización ideológica y educación política.
Cuando la opinión pública se polariza sobre cuestiones especificas, la batalla por un programa de clase es posible. El tema de la inmigración, por ejemplo, expresa la transformación global y vuelve inmediata la pregunta: ¿Cuál es el camino hacia delante?
¿Los intereses de la propiedad privada ó el bienestar
de los pueblos del mundo?
Algunas personas proclaman que hablan por los intereses de los trabajadores estadounidenses cuando se pronuncian en contra de los inmigrantes. Como si eso fuera a devolver las prestaciones ofrecidas por una economía que ya no existe. Los cambios en el capital demuestran que ello es inmoral e imposible. Por ende, después de que la clase trabajadora de los EE.UU. se ha beneficiado—también—del saqueo imperialista del mundo, es demostrable que ese impulso (a condenar a los inmigrantes) proveerá suelo fértil para el crecimiento del fascismo en los Estados Unidos.
Millones más se levantan contra la inmoralidad de negar el derecho de vivir a los seres humanos, y reconocen que si un trabajador pierde sus derechos, todos los demás trabajadores sufren la amenaza de perder los suyos. El problema no son los inmigrantes sino la minúscula clase que lucra de los trabajadores, las deudas y miseria de millones de gente. Las líneas divisorias entre las clases deben ser definidas; nuestra clase debe unirse alrededor de su programa y ser consciente de la necesidad de actuar por sus intereses políticos.
NUEVAS POSIBILIDADES
Cuando algo nuevo comienza, es posible hacer cosas que antes no eran posibles. Cuando comprendemos algo nuevo y emergente en la sociedad, podemos anticipar su desarrollo, estimar sus consecuencias políticas, y evaluar lo que significa para las tareas revolucionarias.
Cambios en el capital y el Estado abren las posibilidades para que los revolucionarios lleven a cabo sus tareas y la manera de hacerlo. Las ataduras que ligan la clase trabajadora a su clase enemiga y al Estado se están rompiendo. Las ataduras que les ligan ideológicamente se están debilitando; mucha gente ha perdido el sentido de dirección…algunos buscan respuestas. Los cambios en cualquier proceso político o económico significan que es posible establecer nuevas formas de pensamiento. Es posible un marco intelectual completamente nuevo para dar respuesta a esos cambios.
Establecer nuevas formas de pensamiento y la dirección de ese nuevo pensamiento, depende de los revolucionarios. Ya es tiempo de que los revolucionarios se unan alrededor del programa de la clase que está emergiendo de la destrucción de la sociedad. De no ser así, ¡el proceso no puede ir hacia delante!
¿QUÉ ES EL ESTADO? ¿QUÉ ES LA PROPIEDAD PRIVADA?
El Estado es la maquinaria por la cual una clase oprime a otra y protege sus riquezas y propiedad. Depende de la relación entre las clases involucradas en la producción, y refuerza dicha relación. En una sociedad capitalista, el Estado protege la propiedad privada de la clase capitalista. Por ejemplo, si uno es dueño de una fábrica, uno tiene el “derecho” de explotar a la gente, es decir, contratarle, pagarle por el tiempo en que permanecen trabajando en esa fabrica (o por el valor de lo que producen), para así acumular riqueza basada en la diferencia.
La propiedad privada no se refiere a las posesiones individuales de una persona, tales como ropa, automóvil o un televisor. Se refiere a ser dueño de medios de explotación, y a ser dueño de medios de acumulación de riqueza basados en un sistema de explotación.
Si uno es dueño de un banco, por ejemplo, acumula riqueza que no fluye directamente de la producción, pero que depende de la explotación. Las leyes y regulaciones establecidas, también le darán toda clase de ventajas para que sus ganancias sean máximas y acumule riqueza.
El Estado protege a la propiedad privada y a la clase que la posee. La forma y el papel que juega el Estado evolucionan con los cambios en las formas predominantes de propiedad privada, las cuales, en turno, arrancan con las fuerzas impulsoras en la producción y con nuevos métodos de producción.
EL PAPEL DEL LIDERAZGO CONSCIENTE
La historia es una cadena de causas y efectos sin fin, y del crecimiento y declive de las fuerzas sociales que cambian las formas y reglas de la sociedad. La más básica de éstas fuerzas es la economía—como la gente se relaciona en la producción de los bienes necesarios en la vida. Nuevas fuerzas sociales crean organizaciones e instituciones, a través de las cuales se manifiestan y expresan su necesidad de controlar sus propias vidas.
Con los cambios en la economía, la gente reacciona espontáneamente a las condiciones de la vida diaria. Surgen movimientos, y luchan contra condiciones que se hayan vuelto intolerables—grupos de gente que de forma práctica dan un paso tras otro sin saber cual será el resultado final. Les llamamos aspectos de movimiento social “espontáneos”, porque proceden como una reacción natural a las condiciones.
Tales luchas sólo pueden ser exitosas, si su liderazgo logra infundir el movimiento con metas alcanzables y consolidar victorias. Los rebeldes en el Boston Tea Party, enojados y motivados, querían lograr ciertas metas en sus vidas personales y colectivas. Los “Hijos de la Libertad” de Samuel Adams en Boston y luego los Comités de Correspondencia a través de las colonias, se organizaron para oponerse al control británico de las colonias. Determinados a alcanzar una meta política específica, llevaron liderazgo “consciente” a la lucha espontánea y lograron ligar la ira popular a la causa por la independencia.
Los innumerables actores en la Revolución Americana no estaban conscientemente preocupados con las complejidades de establecer una república independiente para poder desarrollar una economía “Americana”. Los abolicionistas no sabían de las intrincadas fuerzas económicas y sociales que eventualmente resultarían en la Guerra Civil y que acabarían con la esclavitud. Los millones de trabajadores que lucharon por establecer sindicatos laborales en los EE.UU., luchaban por sueldos y condiciones de vida. Ellos no estaban conscientes que estipulaciones de lo que luego seria el Acta Wagner de Relaciones Laborales, eran necesarias para reformar la sociedad en torno a lo que es la línea de ensamblaje industrial. Millones participaron para lograr dignidad e igualdad humanas en la lucha de liberación de los Afro-americanos; la mayoría no era consciente de que la mecanización de la agricultura en el Sur había removido las bases del viejo orden de vida, y había hecho posible su lucha.
Los cambios permanentes a gran escala, sólo son posibles cuando los cambios en la economía y la sociedad lo permiten. A la gente no le agradan los cambios drásticos; poderosos intereses creados luchan para preservar el orden existente, por lo tanto tiene que haber presiones muy fuertes para ejercer cambios. Cuando nuevas fuerzas se desarrollan, hasta el punto de que la sociedad ya no puede seguir funcionando como antes, el cambio no puede ser detenido de manera indefinida. Los cambios económicos y sociales que conllevan a crisis y cambios formales en la sociedad, ocurren en periodos de años y décadas, para luego derramarse a la esfera política y ser disputados.
La máquina de vapor y la revolución industrial crearon las bases para los cambios revolucionarios en los siglos de 1700 y 1800. Fueron cambios económicos y sociales los que llevaron a la guerra civil en los EE.UU., a las revoluciones socialistas de siglo 20, a las luchas laborales de los años 30 y al movimiento por los Derechos Civiles, Todos estos cambios son un reflejo y consecuencia de los cambios en las relaciones de la mano de obra y la maquinaría electro-mecánica en la producción industrial capitalista. La sociedad entró en conflicto cuando las cosas ya no funcionaron como antes. Los dueños de la propiedad productiva, los capitalistas, tenían la suficiente fuerza económica y poder social para asegurar su victoria.
Hasta el siglo 20, las clases que tomaron el poder en situaciones revolucionarias, lo hicieron gracias a la ventaja que les daba su posición económica: por ejemplo, durante la Reforma Religiosa, los terratenientes noeclesiásticos; durante la Revolución Americana, los dueños de propiedades coloniales; en las Revoluciones Inglesa y Francesa, los comerciantes, los manufactureros y los industriales. Con el crecimiento y expansión de la economía, los capitalistas pudieron ganar y mantener el control, acomodándose a las demandas de cambios económicos y sociales. Los movimientos lucharon y ganaron reformas sociales, en cuanto la sociedad se ajustó a la relación entre humanos y la maquinaria.
Durante los últimos 50 años la economía mundial ha pasado de ser una economía industrial basada en mano de obra a sueldo, a una economía global basada en la electrónica. La tecnología electrónica, automatización por computadoras digitales, está reemplazando la mano de obra en la producción. Reformas como las del pasado, que repercutieron en el antigüo sistema industrial, ya no son posibles. Millones de personas, quienes antes podían vender su capacidad laboral para vivir, se encuentran sin trabajos, sin casa, sin atención médica, educación, derechos civiles y sin esperanza para el futuro. Un cambio fundamental en la economía, ha hecho necesaria una transformación fundamental de la forma en que viven y son gobernados los seres humanos.
LAS LUCHAS ESPONTáNEAS Y LOS LíDERES CONSCIENTES
En las pasadas batallas por reformas, los luchadores se organizaban en torno a algún aspecto común de su identidad tal como empleo, raza, y género. Y consiguieron reformas y concesiones a través de duras luchas, pero sin tener que entender la dinámica de poder del sistema clasista en el que vivían. Hoy en la lucha contra la destrucción de la sociedad, la tendencia natural de los movimientos espontáneos es retroceder a lo que funcionaba en el pasado, y luchar basándose en su identidad social. Sin una clara comprensión de la historia y de su clase, son llevados a seguir líderes que aparecen con planes que reflejan ese pasado y apoyan las instituciones del antigüo orden (o su beneficio personal). La gente lucha con la esperanza de que, si lucha lo suficientemente fuerte, la sociedad puede ser reformada para satisfacer sus necesidades.
Pero la época de acomodamiento y reformas es cosa del pasado. Nuestra lucha hoy es por cambiar el sistema económico en que vivimos, un sistema que satisface las necesidades de una pequeña clase de capitalistas por un sistema que sirva a las más amplias necesidades de la humanidad. Los movimientos espontáneos de masas necesitan un liderazgo que comprenda las fuerzas sociales y de clase, que están definiendo este momento en la historia. Se necesita un liderazgo que comprenda que este es el final de un periodo en la historia, y el comienzo de otro. Sin esta clase de liderazgo el movimiento espontáneo estará reducido a ser un clamor en contra de condiciones cada vez peores. La naturaleza objetiva de esta lucha y el hecho de que las viejas presunciones no funcionan, obligan a muchos luchadores a confrontar la necesidad de una nueva manera de comprensión y de búsqueda de una nueva ruta revolucionaria. Los movimientos espontáneos dan cabida a revolucionarios en búsqueda de entendimiento del mundo y de una estrategia para cambiarlo.
Solo un liderazgo que comprenda y sepa responder a la realidad actual (es decir que sepa unificar los movimientos con su clase y con sus intereses de clase) puede moverlos en dirección constructiva. Tal liderazgo se desarrolla cuando los revolucionarios conscientes se unen con las algunas veces difusas y desorganizadas demandas revolucionarias de las masas. Ellos no intentan desviar los movimientos de sus caminos o convencerlos con ideas abstractas, sino que ayudan a clarificar y enfocar su intención objetiva y revolucionaria.
Los movimientos espontáneos se desviarán y fracasarán sin un liderazgo que comprenda el papel de la clase revolucionaria, y la necesidad de construir una nueva sociedad.
Así como las intolerables condiciones llevan a más y más gente a los movimientos, también así los falsos líderes confabulan para ocultar la naturaleza de clase de la lucha, para poner a un sector de la clase en contra de otro, y convencer al movimiento que sus esperanzas deben cifrarse en uno u otro grupo de los capitalistas.
El primer paso a dar para nuestra clase, es entender que es una clase, y no solamente un conglomerado de grupos con antigüas ideas de identidad social. Las antigüas relaciones—una clase obrera vinculada a los capitalistas por la parte “media”—se desmoronan. Una nueva clase de desposeídos empieza a formarse; el programa de esa clase, es decir, compartir las riquezas de la sociedad para el beneficio de todos, representa el futuro y es la dirección a seguir en nuestra lucha.
Armados de un liderazgo consciente para luchar por un programa de clase, por una estrategia que rompa con la clase capitalista, y por un independiente partido de clase; los movimientos espontáneos pueden convertirse en fuerzas capaces de asegurar un futuro de abundancia y paz.
Novembre.2006.Vol16.Ed4
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